lunes, 17 de agosto de 2015

LO INIMAGINABLE

Cuando empezó todo esto del Proceso de Paz y oímos al Presidente Santos, quien aparte de presentar su mayor y más ambicioso proyecto: “Paz para nuestro País”, decía con total claridad que todo lo negociado en La Habana sería refrendado por el pueblo, pensamos que todo hasta ahí valía la pena.
Pero con el pasar de los días, esa sensación se convirtió hoy en una sola pregunta: ¿Nos están mamando gallo? No sé si a los grandes señores que nos gobiernan se les olvido que significa negociar. Y acá pasamos a recordarles que es negociar para el colombiano del común: negociar es intercambiar algo que usted tiene contra algo que yo tengo, sabiendo de ante mano, que ambos tendremos un beneficio al final del negocio. Así que surge la pregunta ¿Qué es lo que nos ofrece la guerrilla de las FARC?  Porque desde nuestro punto de vista lo que nos ofrece es algo que ellos no han arrebatado, la paz. Entonces como negociar algo que nos pertenece por derecho y que ellos en función de su lucha contra la inequidad del estado, y todos las demás banderas que justifican su actuar, nos deben devolver, de la misma forma como se la llevaron.

“No estamos negociando”, es lo que hoy sentimos. Para muchos estamos sentados con un grupo de personas que para nada representan el sentir de un pueblo. Es más, muchos colombianos  les tememos a la barbarie, la violencia y el desparpajo de los representantes de  la guerrilla en La Habana, por lo que ellos llaman “consecuencias del conflicto”.
La guerrilla hace cada vez más peticiones que parecen reclamos, reclamos que deben aceptar los pueblos que bombardearon y los familiares y víctimas de su guerra contra el estado. Por lo visto si seguimos negociando, veremos a Timochenco llegar a una plaza pública a orientarnos, con su oratoria desgatada, sobre cómo debemos reclamar nuestros derechos ciudadanos, eso sí acompañado de una esquema de seguridad que sin temor a equivocarnos, debe ser muchísimo mayor y más costoso que el que ya tiene el Senador Uribe.

Hoy sin ser expertos en consultas, medición de tendencias y todos esos mecanismos que podrían predecir las respuestas de un pueblo frente a algunas interrogantes, estamos seguros que de ser refrendado lo negociado en el actual Proceso de Paz, la respuesta no sería la que el gobierno espera. Porque para nadie es un secreto que muchos nos sentimos casi arrodillados, ante un proceso que por lo visto marca el fin del conflicto, y el ingreso de los guerrilleros a la vida pública sin pagar un día de cárcel y puestos en los organismos del estado; sin antes haber entregado todos los dineros productos de su actuar delictivo, haber entregado las tierras de las que se apropiaron y haber aceptado sus delitos contra el pueblo.

Lo último que leímos sobre las peticiones guerrilleras es que se debe liberar a todos sus miembros encarcelados, como un real acto de paz por parte del gobierno. Como les falla la memoria, y como nos falla la nuestra, en el momento de elegir a los mismos gobernantes que en vez de mejorar nuestras condiciones, las llevan a puntos inimaginables. En este negocio, estamos invirtiendo en el hospedaje y los viáticos de los representantes del Secretariado y de los negociadores del actual gobierno y estamos invirtiendo las pocas esperanzas sobre un cambio de “trabajo digno” por “balas estúpidas e irracionales”. Los colombianos queremos pasear por nuestro país con tranquilidad, queremos que todo lo que se invierte en guerra se invierta en cosas más productivas, queremos vivir de forma digna y no bajo la sombra de quienes tomaron las armas para luchar por lo que jamás fueron los ideales generales del pueblo.

¿Vamos a negociar? No. Vamos a comprometernos a darle solución a un conflicto sin tantas peticiones absurdas y con el real compromiso, de que el pueblo es primero.

Pero señor Presidente, no se le olvide que en un tema de este calibre, es el pueblo el que debe elegir, porque su mandato y sus derechos, no deben pasar por encima de los colombianos. Que la historia le recuerde porque hizo lo que debía, y no lo que usted pensó era correcto.


Alberto Bastidas

No hay comentarios.:

Publicar un comentario