Cuando empezó todo esto del
Proceso de Paz y oímos al Presidente Santos, quien aparte de presentar su mayor
y más ambicioso proyecto: “Paz para nuestro País”, decía con total claridad que
todo lo negociado en La Habana sería refrendado por el pueblo, pensamos que
todo hasta ahí valía la pena.
Pero con el pasar de los días,
esa sensación se convirtió hoy en una sola pregunta: ¿Nos están mamando gallo?
No sé si a los grandes señores que nos gobiernan se les olvido que significa
negociar. Y acá pasamos a recordarles que es negociar para el colombiano del
común: negociar es intercambiar algo que usted tiene contra algo que yo tengo, sabiendo
de ante mano, que ambos tendremos un beneficio al final del negocio. Así que
surge la pregunta ¿Qué es lo que nos ofrece la guerrilla de las FARC? Porque desde nuestro punto de vista lo que
nos ofrece es algo que ellos no han arrebatado, la paz. Entonces como negociar
algo que nos pertenece por derecho y que ellos en función de su lucha contra la
inequidad del estado, y todos las demás banderas que justifican su actuar, nos
deben devolver, de la misma forma como se la llevaron.
“No estamos negociando”, es lo
que hoy sentimos. Para muchos estamos sentados con un grupo de personas que
para nada representan el sentir de un pueblo. Es más, muchos colombianos les tememos a la barbarie, la violencia y el
desparpajo de los representantes de la
guerrilla en La Habana, por lo que ellos llaman “consecuencias del conflicto”.
La guerrilla hace cada vez más
peticiones que parecen reclamos, reclamos que deben aceptar los pueblos que
bombardearon y los familiares y víctimas de su guerra contra el estado. Por lo
visto si seguimos negociando, veremos a Timochenco llegar a una plaza pública a
orientarnos, con su oratoria desgatada, sobre cómo debemos reclamar nuestros
derechos ciudadanos, eso sí acompañado de una esquema de seguridad que sin
temor a equivocarnos, debe ser muchísimo mayor y más costoso que el que ya
tiene el Senador Uribe.
Hoy sin ser expertos en
consultas, medición de tendencias y todos esos mecanismos que podrían predecir
las respuestas de un pueblo frente a algunas interrogantes, estamos seguros que
de ser refrendado lo negociado en el actual Proceso de Paz, la respuesta no
sería la que el gobierno espera. Porque para nadie es un secreto que muchos nos
sentimos casi arrodillados, ante un proceso que por lo visto marca el fin del
conflicto, y el ingreso de los guerrilleros a la vida pública sin pagar un día
de cárcel y puestos en los organismos del estado; sin antes haber entregado
todos los dineros productos de su actuar delictivo, haber entregado las tierras
de las que se apropiaron y haber aceptado sus delitos contra el pueblo.
Lo último que leímos sobre las
peticiones guerrilleras es que se debe liberar a todos sus miembros
encarcelados, como un real acto de paz por parte del gobierno. Como les falla
la memoria, y como nos falla la nuestra, en el momento de elegir a los mismos
gobernantes que en vez de mejorar nuestras condiciones, las llevan a puntos
inimaginables. En este negocio, estamos invirtiendo en el hospedaje y los
viáticos de los representantes del Secretariado y de los negociadores del actual
gobierno y estamos invirtiendo las pocas esperanzas sobre un cambio de “trabajo
digno” por “balas estúpidas e irracionales”. Los colombianos queremos pasear
por nuestro país con tranquilidad, queremos que todo lo que se invierte en
guerra se invierta en cosas más productivas, queremos vivir de forma digna y no
bajo la sombra de quienes tomaron las armas para luchar por lo que jamás fueron
los ideales generales del pueblo.
¿Vamos a negociar? No. Vamos a
comprometernos a darle solución a un conflicto sin tantas peticiones absurdas y
con el real compromiso, de que el pueblo es primero.
Pero
señor Presidente, no se le olvide que en un tema de este calibre, es el pueblo
el que debe elegir, porque su mandato y sus derechos, no deben pasar por encima
de los colombianos. Que la historia le recuerde porque hizo lo que debía, y no
lo que usted pensó era correcto.Alberto Bastidas
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